lunes, 24 de mayo de 2010

¿Dónde está Peter Pan?




Qué pena dejar de ser niños y perder la inocencia que estos enanos tienen.
Ya hemos crecido, ya somos adultos y ¿quién marca la barrera de la madurez?, ¿quién pone el límite de ser un niño ó ser un hombre?
Si yo tengo alma de niño, sí, pero no nos engañemos, ya tenemos que comportarnos como la sociedad civilizada indica.
Ya no podemos ir pisando fuertemente los charcos, mojándonos zapatos, calcetines y demás ropa e incluso mojar a la ancianita que pasea tranquilamente apoyada en su bastón.
Ya no podemos comer con las manos esa rica tarta de chocolate para luego chuparnos inocentemente dedo a dedo dejando un rastro marrón en la comisura de nuestros labios.
Ya no podemos irnos a la calle sin peinar, sin maquillarnos porque no estaríamos presentables ante el mundo.
Ya no podemos llevarnos de paseo a nuestra muñeca de trapo ó nuestro Action Man.
Ya no podemos decir con libertad e ingenuidad lo que pensamos de los demás porque nosotros, todos nosotros somos muy sinceros......hipocresía!
Me pregunto en la soledad de esta habitación, oyendo tan solo el tintineo de las teclas de mi ordenador, ¿somos todo lo sinceros que decimos?, ¿nos mostramos siempre, en cada momento, tal y como somos?
Reflexiona y ¿quieres contarme?
Mientras seguiré buscando mi alma de Peter Pan para, quizás, volar definitivamente al País de Nunca Jamás.

Autora: Emibel

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martes, 4 de mayo de 2010

El camino




El pavimento empedrado estaba húmedo tras varios días de lluvia, el ambiente olía a humedad, las gotas resbalaban por las agrietadas paredes grises de las casas de aquella angosta vía.
Cuerpos enfundados en gabardinas y protegidos bajo los paraguas de puntas metálicas caminan aceleradamente ansiando la llegada al hogar donde les esperan unas ropas calientes, secas; un plato de sopa y un buen libro.
Se cruzan miradas desconocidas. Miradas manchadas de máscara de pestañas, cristales de gafas marcados por las gotitas caídas sobre ellos.
Y sigue lloviendo.
Resuenan los ecos de los tacones bajo esa noche oscura, sin estrellas, sin luna, sin testigos directos de los avatares humanos. Unos tacones manejados por una hermosa mujer de corto cabello, curvas rítmicas y piernas torneadas caminan por la calle.
Tras ella unos pasos siguen su camino. Gira su cabeza empapada, no hay nadie, tan sólo ese ruido atronador de los andares.
Apresura su andar, sus caderas aceleran el movimiento sensual de sus nalgas. Crash! Se rompe su tacón. Opta por descalzarse, comienza a correr, sus pies mojados, sus piernas sienten la humedad del asfalto, sus pestañas despintadas, sus ojos manchados de la máscara llegando las gotitas negras hasta sus labios. Recoge con su lengua una de las gotas que intentan adentrarse en su boca.
Y sigue lloviendo.
Y siguen los pasos tras ella, acosándola. Los siente cada vez más cerca, puede notar el aliento en su cuello.
Vuelve a girar su cabeza. Y allí no hay nadie más que sus temores, sus angustias mientras llueve y el pavimento continúa húmedo.

Autora: Emibel

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MUJER

M ujer con mayúsculas A mante y amada R isueña en vivos colores I nfatigable ser A lquimista de la vida J uventud madura O bservadora innata...