sábado, 6 de febrero de 2010

LUCÍA Y SUS SUEÑOS




Lucía era una mujer de una enorme sensibilidad.
En la habitación de sus padres, sobre una de las mesillas de noche de madera noble, al lado de una lámpara de cristal grabado había un portarretratos. En él una foto en blanco y negro de un hombre, el busto de un hombre con mirada amable que era el abuelo materno de Lucía.
Esta dulce niña no había tenido relación con sus abuelos como los demás niños. Unos por haber muerto cuando ella era muy pequeña y otros por circunstancias de la vida.
Lucía tenía tres años cuando falleció Pedro, su abuelo materno.
Pedro dedicó sus juegos y sus breves momentos a su nieta, esa niña pizpireta de largas trenzas. Montaba con ella a caballo, jugaban a escalar árboles, cosas de chicos.
Pero Lucía olvidó todo aquello, era muy pequeña su estatura y más su memoria.
Siempre que entraba a la habitación de sus padres, Lucía hablaba con la foto de su abuelo, ésto lo hizo durante muchos años, le contaba sus problemas de adolescencia, sus inquietudes, su primer amor, su primer beso...
Con frecuencia visitaba la tumba donde se encontraba enterrado su abuelo. Esperaba a que sus padres y demás acompañantes se alejaran para sentarse sobre la fría losa de mármol. Echaba un vistazo y, ya a solas, besaba la placa metálica donde se hallaba la foto de Pedro, su fecha de nacimiento, su fecha de la muerte y unas iniciales en mayúsculas , RIP. Y hablaban durante breves minutos , podían pasar horas que a ella le parecían segundos.
Lucía sentía una extraña atracción por Pedro, podía sentirlo, podía escuchar sus silencios, hacía caso de sus mudas advertencias.
- Mamá, he tenido un sueño muy real con el abuelo. He podido ver que llevaba unos pantalones de pana marrón oscuro y una camisa de cuadros. Pero no entiendo por qué me ha llamado la atención que el abuelo llevaba la camisa muy desabrochada. ¿Por qué, mamá?, preguntó ansiosamente Lucía.
- Basta ya, Lucía, cállate! Siempre estás con las mismas tonterías.
La madre se mostraba muy nerviosa ante la pregunta de la adolescente.
Años después supo que Pedro siempre llevaba las camisas así porque sufría del corazón y tenía la sensación de ahogo si los botones camiseros se ajustaban a su cuello.
Y continuaron los sueños reales con su abuelo pero ya no preguntó más.
Lucía tenía 20 años cuando tuvo una pesadilla, sufría una agresión sexual y allí, en un rincón del sueño aparecía su abuelo tendiéndole la mano. Fue horrible se despertó sudando, respiración agitada y una angustia horrorosa.
A los pocos meses Lucía tuvo una agresión en la que el mal no fue muy grave por la astucia de ella y el apoyo de su ángel de la guarda, Pedro.
Lucía no dijo nada de su sueño, pensarían que estaba loca.
Ella continúa hablando con la imagen de su abuelo, sigue sintiéndolo cerca, se siente protegida. Es un secreto entre ellos dos para no dañar el recuerdo de su madre.
Lucía, ya una mujer madura, sigue teniendo la necesidad de sentarse sobre esa losa fría de mármol y besar la imagen con las iniciales en mayúsculas, RIP.
Cuando nació el hijo de Lucía supo que Pedro estaba con ella.
Hoy ve los ojos azul muy claro de su hijo, la misma tonalidad que su abuelo. Ese fue su regalo.
Hace unos días visitó con su familia una yeguada y viendo a los caballos un grato escalofrío recorrió todo su cuerpo.

Autora: Emibel

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23 comentarios:

Jorge Torres Daudet dijo...

Muy bonito, Emibel. Los abuelos dejan muchos recuerdos y cariño.
Un abrazo.

Mariola dijo...

Es preciosa esa relación con el abuelo, yo apenas conocí al mío materno, el paterno murió muchos años antes de que yo naciera.

Me alegro que para la mayoría de las mujeres que tienen estos sueños tan nefastos, sólo queden en eso, sueños que se van, y no dejan secuelas. Me alegro de corazón.

Besito de "ya no lloro" aunque me lo pones dificil pa no llorar, eh? :)

Elena dijo...

Precioso relato Emibel.
Dicen que todos tenemos un ángel de la guarda, y la mayoría de ellos suelen ser nuestros abuelos, yo lo creo.

Un beso.

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Tu sensibilidad a flor de piel, sale en tu relato...fenomenal, te arrastra hasta el final...un beso de azpeitia

Pluvisca dijo...

Hermoso relato, me gusta cuando veo personas que creen firmemente en la energía que les puede dar una persona ausente.

No todo lo que no puede explicarse es mentira. No soy creyente pero siempre he dejado la puerta abierta todo tipo de sucesos.

Lo que más me gusta del relato, es la ternura y la complicidad entre Lucia y Pedro.

Un abrazo mi pequeña niña

JotaEfe dijo...

Un relato muy tierno, que me hace pensar en mí mismo y en la relación tan especial que tuve y sigo teniendo con mi abuela. Me pasa como a esta niña, ella es mi ángel de la guarda, a ella se lo cuento todo y ella me aconseja y me responde a su manera.
Un beso fuerte¡

vuelo de hada... dijo...

Emibel
Lindo relato, la verdad que cuando perdemos seres queridos es muy factible que sintamos presentimientos y cosas asi, es por ese inmenso amor y cariño hacia ellos.
Un abrazo fuerte y sincero.

Loli Salvador dijo...

... Si yo hablara de mi abuelo, los recuerdos que me vienen de él, siempre tengo presente sus manos, doloridas por la artrosis y muy trabajadas. Tenia buen humor y en la ancianidad, muchas ganas de vivir.
Emibel, bonito y emotivo homenaje a cualquier abuelo.

anjali dijo...

Me ha encantado este relato.

Esa unión entre el abuelo y la nieta que va más allá del tiempo que pasaron juntos en está vida. Que transmite la proximidad que sigue existiendo entre los dos y como el abuelo vela cada día por ella.

Y sobre todo me quedo con esa frase final en la que a ella "le recorre un grato escalofrio todo su cuerpo" cuando va a visitar con su familia la yeguada. Ya que con ella nos dejas entre ver que, en cierto modo rememora de una forma inconsciente, su infancia cuando montaba con su abuelo a caballo.

Un besito y sigue deleitandonos con tus lindos relatos.
Me encantan!!!!

emilio dijo...

Muy bonito relato, yo casí no me acuerdo de los míos, también los perdí de crio, y como mis recuerdos no me alcanzan, me uno a unos tan bonitos como los de tu historia.
Bella de verdad esa unión entre nieta y abuelo, unión pasada y presente. Y presente ahora en su hijo, emocionante cielo.

T.A., y te admiro. Un besazo.

FABIA dijo...

Un relato precioso, yo solamente conoci a una abuela, pero mis hijos disfrutaron de mi padre hasta la adolescencia y fue un gran abuelo. Algunos parrafos de tu relato me lo recuerdan.
Besinos preciosa.

BB dijo...

Un relato muy emotivo y reflexivo, creo en la permanencia del alma más allá de la muerte, y la compañía y protección de los seres . Gracias por tan hermoso escrito...
Un abrazo
BB

María Eleonor Prado Mödinger dijo...

No he pasado con la fluidez que quisiera porque ando fuera de mi casa, estoy de vacaiones, pero tuve la oportunidad de un pc y aquí me tienes tan contenta de poder leer tu espíritu, un texto cargado de emotividad.

Un abrazo querida amiga.

La Colorá dijo...

Me ha gustado tu relato, qué especiales son los abuelos y qué poco reparamos en ellos en nuestra vida cotidiana! Un beso!

Gemro dijo...

Bello homenaje a los abuelos, refleja mucha ternura.
Cordial saludo y buen dia.

Suso dijo...

Muy entrañable. Hermosa Lucia con su amor a flor de piel hacia su abuelo. besos.

Teresa dijo...

El único abuelo que no conocí, fue por parte paterna, murió del corazón como dos de sus hijos, me has echo recordar algo que tenía olvidado.

Un beso Emibel

Carmen dijo...

Con tu relato has traido a mi memoria a mis abuelos; gracias por ello.
Quisé más a una abuela que a otra, ahora me doy cuenta de que la influencia de los padres es grande, hasta para los afectos; y a veces injusta. Uno ha de aprender a descubrir la vida por si mismo.

Mis primeros recuerdos son junto a mi abuelo (el único que conocí) Tenía tres años. Él postrado en una cama, enfermo y yo atendiendo a sus reclamos y llevándole agua (que no podia tomar) en mis cacerolas de juguete. Vivencias entrañables.

Núnca volví a soñar con ellos, pero su recuerdo me acompaña.

Un abrazo, Emibel.

Ardilla Roja dijo...

Hola Emibel:

La relación entre nietos y abuelos es especial. La mía lo fue con el mio.

La noche que murió le escuché despedirse desde mi cama. El en la suya en un hospital de hospital en Cartagena y yo en Francia.

Mi madre sabiendo cuanto lo quería me lo ocultó. Mi segundo hijo tenía apenas dos meses, le daba el pecho y el viaje para el entierro hubiera sido un trastorno para él. Cuando me llamaron ya lo habían enterrado, pero yo lo supe en el mismo momento que se iba.

Dice mi madre que son cosas mías. Tal vez.

Un abrazo.

campoazul dijo...

Huy que tierno! Es una preciosa historia que llega al corazón, porque a medida que leía iba poniendo la imagen de mis propios abuelos y todos los recuerdos que de ellos tengo. Precioso.

Un beso.

cachos de vida dijo...

Me ha encantado el relato de Lucía. Muy bien escrito.
Buen domingo, Emibel.
Besos.

Fiaris dijo...

bonito relato ,yo no conoci mas que una abuela y muy parca por cierto ,por eso estoy muy feliz de haber sido abuela joven ,disfrutar los nietos y ellos a nosotros ,gracias por compartir ,cariños

Ramón María dijo...

Delicado y delicioso regalo el de hoy, con ese aire al final de libertad y eternidad, simplemente WOW.



Mil besos dulce Emibel

MUJER

M ujer con mayúsculas A mante y amada R isueña en vivos colores I nfatigable ser A lquimista de la vida J uventud madura O bservadora innata...